Ahorrar es una obsesión más o menos común a todos los mortales, aunque la capacidad de ahorro de cada persona puede ser muy diferente a la de otra. Influyen los ingresos, los gastos (tanto los irrenunciables como los más superfluos) e incluso el estilo de vida y aficiones de la persona en cuestión, ya que pueden hacerla más propensa al despilfarro. Sea como fuere, todas las personas intentan seguir sus particulares métodos de ahorro y algunos gurús, al calor de esta problemática, tratan de aportar sus recomendaciones.