Las pensiones de incapacidad permanente son las terceras más abonadas dentro del extenso ramillete de pensiones contributivas de la Seguridad Social (casi 950.000 de prestaciones, según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social) y son casi con toda probabilidad las que más particularidades tienen al cubrir situaciones muy concretas y atender a circunstancias mucho menos cuantificables o medibles como la jubilación y la viudedad.